a Raúl Zurita y José María Memet
El Toque de Silencio
oscila en el verso de Chile
mientras alguien juega con los peldaños
de un país sin escaleras.
¡Todo es un ascenso!
Trepa el poeta yanacona
el flanco patricio de una capitanía sanguinaria
y al centro de un escenario de rostros desaparecidos
dobla la cerviz y canta.
Sobre el estuco de gritos en las murallas
un silabario de abandono estremece la permanencia
y con la orfandad de mezquinos juglares
se trenza la metástasis del impune léxico
que hebra las rejas incrustadas en el horizonte.
Al amparo de un Estado Mayor
donde desaparecen los desaparecidos
se rinde el poeta plagiador
con su poeta traficante de drogas
y por una miserable estatua mercenaria
de rodillas promueven el perdón
y también el olvido.